Nos quedamos demasiado tiempo acá.
Una eternidad naufragados en este mundo,
bailando,
subiendo y bajando
con el vaivén de las olas.
Somos todos peregrinos de la vida,
mártir cada uno de su causa,
héroe anónimo y villano,
un navío encallado en arrecifes.
Somos los sobrevivientes
de una línea del tiempo mal contada,
revolucionada, sangrante, enferma,
repugnante, fiera y desgastada.
Y no nos queda más que nadar,
y guiarnos con los astros,
y escuchar a las sirenas,
y seguir alguna estrella,
y con suerte llegar a tierra,
como si fuéramos capitanes
y no solamente marineros.
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