Hoy no me quiero mover.
Me siento como un perro lastimado,
recogido, ovillado,
como queriendo refugiarme en mi vientre
entrando por mi ombligo.
Sobre la mesa hay una foto de la ducha,
y una barra de chocolate;
un corta uñas,
un lápiz nuevo
y una lámpara
que me irrita los ojos.
No me quiero mover.
Quiero permanecer aquí,
como un muerto que no se olvida,
como una mota de polvo en una
esquina,
hasta quedarme dormido,
profundo,
como un perro lastimado
que ya vivió muchos inviernos.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado