Qué decir en el instante en que el entorno se convierto fuzzo y lunático, las luces y las nubes, como algodón de azúcar, rosadas, giran en los marcos de la vista, hasta donde llegan mis ojos. Me pierdo. La noche y el día, la pared y el suelo, el sueño y la muerte, todas son tonos de grises en un lienzo blanco que se derrite bajo una línea de óleo negro.
Desaparece el techo.