Necesito encender la luz, para recordar cómo ver, o para olvidar cómo hacerlo. En la noche la oscuridad es total, pero mi pecera es a prueba de ciegos. A mí no me despierta el canto de un gallo, lo hacen las conversaciones entre dos. Hay gente que vende sus noches, hay quienes las olvidan o las ignoran, yo cambio de piel, renzaco, sueño. Mi cama es un capullo, pero a veces es más como una telaraña. Mi cabeza decide.