Hay noches en las que el perchero de mi cuarto me habla. Me observa desde las sombras, con un sombrero y una bufanda ocultando a la vez que creando su rostro. Sus brazos y sus piernas varían en longitud, pero su voz nunca cambia.
Me mira con recelo, como sospechándome, inseguro. ¿Sabrá él que él es la sombra?, ¿o ignoraré yo que soy el perchero?
Finalmente, en la noche, toda sombra se mezcla con las demás.