Pata, pata. Pata. La otra pata. La bulla del lado, el póker, el ron, la bulla. Muerdo, lamo, repito. Hay un disfrute que viene con el ser perro difícil de explicar. Tranquilo, como el del que no es sino está siendo.
Alerta. Oigo algo. ¿o no? Tengo hambre. Tengo sueño. Me relamo la boca, los bigotes, las patas. Me echo. Me muerdo una pata. Tengo sueño. Menos mal soy un perro.
Un perro es libre. Es como una golondrina, pero menos bohemio y más solo, aunque no hay nada más triste que un perro solo. Un perro en compañía es adorno, es cariño, es comunidad. Un perro solo es delgado, vulnerable, casi calvo, hambriento, no se haya, como un feto prematuro y obligado a existir.
Un perro solo es triste, porque es casi un hombre.