Está lloviendo y estoy enamorado

Está lloviendo, y estoy enamorado. 

Puede que esta frase suene algo incoherente, ya que no tienen nada que ver el estado del clima, o la lluvia en este caso, y el estado de enamoramiento en el que me encuentro. Sin embargo, sepan que sí tienen mucho en común ambos factores, o por  lo menos el hecho de que están unidos por una “y”, quiero decir, que si estuviera lloviendo y yo no estuviera enamorado no tendría el mismo efecto que tiene en mí el hecho de estar enamorado mientras la lluvia cae.

Está lloviendo, y estoy enamorado.

Verán, el hecho de que llueva mientras estoy enamorado es diferente de todo lo demás, porque tanto la lluvia como el amor son las coincidencias más abstractas y contradictorias que pueden existir en un mismo instante, ya que ambas tienen la cualidad de poder hacerte sentir felicidad, emoción, odio, ansiedad, temor, dicha, todo al mismo tiempo. Claro, un día soleado también puede hacerte sentir así, pero es diferente, pues la lluvia es más pura, más real. No puedes enamorarte de un bosque en un día soleado, pues todo es una fantasía, un caluroso follaje lleno de aromas y armonía… pero la vida y la realidad son algo más turbio, y no por ello me refiero a algo malo, pero algo agitado, rebelde, explosivo: La vida en sí es un viaje estremecedor, como la lluvia, por lo que ese mismo bosque, un día lluvioso, con olor a tierra mojada y eucaliptos bañados se vuelve el bosque más bello del mundo. Del mismo modo, no te puedes enamorar de una casa si sólo la has visto bañada por la luz del día, con esa atmósfera vacía que crean el polvo y el sol, pero créeme que el día en que veas como las gotas gordas de agua recorren el tejado de un lado a otro apresuradas por caer, mientras el repicar de cientos de ellas rompen a sus alrededores y las nubes grises dejan caer su carga en la tierra mortal, esa será la casa más bella del mundo. O intenta enamorarte, pero no será amor hasta que no hayas visto a esa persona sonreír a través de la lluvia, mientras su pelo se enmaraña y las gotas se cuelan por las comisuras de su boca accidentalmente. De su sonrisa, quiero decir. Cuando la veas así, esa persona será la más bella del mundo.

Está lloviendo, y estoy enamorado.

El caer del agua es algo hermoso: Ver cómo las gotas rotan mientras se precipitan hacia el pavimento, en una lucha interna moldeada por la gravedad y el viento, que a veces las desvía y las encarcela en ramas y hojas, es algo sublime; pero algo aún más hermoso que lo más hermoso puede ser permitido, si es que tiene que ver con la lluvia, y es cuando escampa. Cuando súbitamente el agua calla, y el murmullo de los charcos, y el deslizar de las gotas, y los pasos de transeúntes apresurados, también. En ese momento el mundo se vuelve lo más bello del mundo.

Estoy enamorado, pero parece que la lluvia ya amainó.

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